
Un día, Hace años me viste por primera vez, Y así mismo te vi yo. Yo no lo recuerdo, pero para ti siempre esta ese día presente.
A partir de entonces sé cuanto trabajaste, luchaste y esforzaste, en darme el pan, el techo, la educación y tantísimo amor.
Por muy severo que hayas pretendido ser, siempre supe que nada podía de ti temer, eras el pilar que impedía que algo me hiciese estremecer.
Siempre te he recordado trabajando, y esa sonrisa serena hasta en los ojos regalándoseme...
Muchas veces querría volver a ser tu niña, pero crecí ¡qué le vamos a hacer!
A pesar de ello sé que tu halo protector surcaría la más grande de las distancias, si yo te lo solicitase.
Para mí no hay nadie tan grande, ni tan ejemplo a seguir en mi camino que el tuyo.
No importa en lo que erraste, ni si estudiaste o no, tan solo me importan los esfuerzos de tus manos, para que las mías no sufriesen y en darme todos esos libros que tú no leíste, por tu siempre eterno trabajo y en cambio me los leí yo, causándote tanta satisfacción.
Porque mi educación fue tu orgullo, y de tu esfuerzo nació, y porque llevo tu sangre
Que para mí, es el mayor título y el mayor honor, que la vida me dio.
Gracias.
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Carmen Padial
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