
Escritora española, que es considerada como la equivalente extremeña de otras autoras románticas coetáneas como Rosalía de Castro, llegando a ser calificada con el título de "Bécquer femenino".
Nació en el seno de una familia acomodada, de ideología progresista.
Sus primeros poemas los escribe a los 10 años de edad.
Carolina fue educada de la forma tradicional para las niñas de la época: costura, labores del hogar... pero desde pequeña mostró su interés por la literatura, y dedica su tiempo a la lectura en momentos robados al resto de sus quehaceres, cualquier género u obra que puede conseguir. Así desarrolla una extraordinaria facilidad para componer versos con un lenguaje algo desaliñado e incluso con errores léxicos, pero espontáneo y muy cargado de sentimiento, motivado por amores imposibles, entre los cuales destaca Alberto -de quien se duda si realmente llegó a existir.
Su temperamento romántico y la afección de catalepsia crónica que padecía, “muriendo” varias veces, le hizo obsesionase con la idea de poder ser enterrada en vida, hasta tal punto que embalsama el cadáver de su marido, negándose a enterrarlo e incluso dirigiéndose a él con el apelativo de "el silencioso".
Habiendo hecho voto de castidad tras la muerte, en el mar, de Alberto (fuese éste real o imaginario), lo anula al casarse en Madrid a fecha de 1852 con Justo Horacio Perry, secretario de la embajada de EE.UU.
Siendo ella revolucionaria, su residencia madrileña se hizo famosa por las tertulias literarias que en ella se realizaban, ya que sirvió como punto de encuentro para escritores progresistas y refugio de perseguidos, llegando a asistir algunos de los más renombrados autores del momento. Sin embargo, este refugio clandestino, y su afinidad por la revolución, causarían que sufriese la censura de la época.
A pesar de ello publicó algunas de sus obras en periódicos y revistas hasta lograr cierta fama, a la que también contribuyó su belleza física, que causó notoria admiración en otros escritores románticos, el mismo José Espronceda le dedicó unos versos.
Muere en Lisboa, el 15 de enero de 1911, siendo enterrada en el Cementerio de Badajoz.
¡OH, CUÁL TE ADORO!
¡Oh, cuál te adoro! Con la luz del día
¡Oh, cuál te adoro! Con la luz del día
tu nombre invoco, apasionada y triste,
y cuando el cielo en sombras se reviste
aun te llama exaltada el alma mía.
Tú eres el tiempo que mis horas guía,
tú eres la idea que a mi mente asiste,
porque en ti se encuentra cuanto existe,
mi pasión, mi esperanza, mi poesía.
No hay canto que igualar pueda a tu acento
cuando mi amor me cuentas y deliras
revelando la fe de tu contento;
tiemblo a tu voz y tiemblo si me miras,
tiemblo a tu voz y tiemblo si me miras,
y quisiera exhalar mi último aliento
abrasada en el aire que respiras.
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