jueves, 16 de julio de 2009

No soy como tu.



Aunque la tela fina,
Del algodón más puro,
Cubriera tu errar perseverante,
Seria siempre visible a mis ojos,
A estos,
Y a los de antes,
Tu sucia alma,
Tu infecto existo
Y tu mentira,
como traje de gala constante.

Y daré gracias
A que para mí, hoy,
No son mis amados ciegos,
Aunque ciego es el pozo en el que caigo
Tan ciego como el ala más alta de tu cielo.

Y puedes usar la oración más dulce
Dirigida al dios más todopoderoso,
Al más ensalzado,
Al de las más grandes iglesias,
mezquitas, sinagogas o burdeles semejantes,
Con más creyentes que verdades le visten
Que yo seguiré sin rezar
A nada de lo que un hombre haya contado.

Huérfano se encuentran, sueños y corazón,
Tan huérfanos y doloridos,
Como el más triste mendigo
De los que entonan mi repetida canción.
Y son míos, y prendidos están en mi pecho,
En mi vientre y en mi sibilante desazón.
Y les quiero
Como quiero al brazo que me da traición.
Como al pensamiento
Que a sabiendas
Sabe que me lleva al umbral del máximo dolor.

Sopla el pesar etéreo,
La lira, la pose, y el paso alentador...
Y se arrastran recuerdos,
Horas, membretes y cartas
Que jamás llegaron a ser ni hojas
Mecidas en mi amado último cajón.
Pero suena la música
La que hace bullir algo,
La que hace despertar el eterno yo.
Entumecidamente aflora la rebeldía
Y brinca ante la orden,
Y araña su esencia,
Y escuece como sal en herida,
Herida sabida y sabia,
Pero que con gusto busque yo.

Regálame tu presencia
¡Abrázame!
Como siempre hiciste cobarde miseria,
Que si tu basura lo apremia
Mi valor no tendría razón en su existencia.

Seguirá resbalando de mi verbo tu mensaje
Seguirá escurriéndose del pensamiento
Tu ilustrada mierda
Y barrerán las calles tus antiguos alados paladines
Y los que te fueron ángeles
Serán los serviles guardianes de tu infierno
Hogar de tus hogares
Un hogar que siempre regalaste.


***

Por fortuna ya no soy espejo de tu ser
Ni surco el epicentro de tu mundo.
Me duelen los rojos que prenden el alma en otros suelos
No creo vivir en el cielo
Ni creo que ese feudo exista
Al menos en esta dimensión
Al menos en este infecto silencio
Que cercena mi piel
La de dentro...
Heridas que nuestra cobardía cada día te infringe.

No quiero ser un engranaje más
Que se meza en el asfalto que castra mi libertad
No quiero fundir el hierro que alimente mi grillete
No prenderé como perla rara el más bello rosario
Que sirva para la rancia y falaz oración
Del que solo representa ser sin ser.

Ni seré la pieza rota que de nada le sirvió el romperse
Pues estuvo en su sitio sin huir su función jamás,
Silenciosamente diferente, sin declararse culpable de ello.
No seré el ala que haga de sostén al mundo que no es.

No seré más así...
Como siempre dices que hay que ser.

Un día me miré y me observé;
Vi que mi cara se borraba, vi que...
Me parecía a tantos,
A tantos más que son como tú,
La disciplina del borrego
La lealtad del bastardo...al bastardo primero.
Por dios: tus miserias.
Y los ríos que han de calmar mi sed: tus mentiras.
Por vestido: la desnudez del espíritu.
Y por alma:
Un travestido orgulloso en desposeerse de sí mismo.

Por más que maquilles tu oxidado grito
Ahí se encontrará susurrando el contenido yo.

No hay niño que te libere ya.
No hay anciano que su sabiduría te regale.
No puedes ser ya tu,
Pero al menos, no te pierdas en el tiempo.
Mira qué hora es la que te llama,
Sé puntual.
No te falles.
No te olvides de que no eres como yo
Que yo no soy como aquel
Ni ellos lo son como los otros
Y que...
Tanto es así que ya no me podría ni reconocer...
Que poco pesan ya mis pies.

***
Carmen M. Padial.

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